martes, 3 de abril de 2012

SALMO 99 (98).

(Is 6,3)

1EI Señor reina, tiemblen las naciones,
entronizado sobre querubines, vacile la tierra.
2El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
3Confiesen su nombre, grande y terrible:
El es santo.
4El poder real ama la justicia
tú has establecido la rectitud;
tu administras para Jacob
justicia y derecho.
5Ensalzad al Señor Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es Santo.
6Moisés y Aarón entre sus sacerdotes,
Samuel entre los que invocan su nombre:
invocaban al Señor y él respondía.
7Dios les hablaba desde la columna de nubes;
cumplían sus órdenes y la ley que les dio.
8Señor Dios nuestro, tú les respondías.
Tú eras para ellos un Dios de perdón,
aunque vengador de sus maldades.
9Ensalzad al Señor Dios nuestro
postraos hacia su monte santo:
Santo es el Señor nuestro Dios.

99 Género. Es el último de la serie de salmos de realeza del Señor, pero único en la serie 93-99 y en todo el salterio. El tema de la realeza unifica la composición imaginativa. Rey grande, soberano de pueblos, impresionante por su majestad; tiene un trono sustentado por querubines y un estrado en el monte Sión. En su corte tres hombres privilegiados (no hay divinidades); es legislador que establece el régimen de la justicia, es ejecutivo, que administra la justicia; exige el cumplimiento de sus decretos, castiga y puede indultar. Los pueblos le rinden homenaje, sus ministros tratan con él. Es probable que el autor se haya inspirado en la vocación de Isaías (ls 6) o que ambos dependan de una fuente común: subrayo el "trisagio".
El estribillo proclama la santidad de Dios: título divino en el libro de Isaías, tema central de Ezequiel y de la tradición sacerdotal. Santidad y grandeza (3), como en Ez 38,23; santidad sobrecogedora (3), como en Sal 111,9; santidad en la administración de la justicia (4), como en ls 5,16; santidad que perdona, como en Os 11,9; Y castiga, como en Lv 10,2. La santidad de Dios no se deja domesticar ni manipular y se manifiesta en polaridades; cuanto más se acerca, más se hace sentir.
99,1 El esquema formal es AB / ab. La manifestación está sugerida por la reacción de los que asisten. El escenario es universal.
99,2 Capital del reino y residencia del Soberano: Sal 48,3. "Pueblos": borra todo vestigio de divinidades: compárese con 97,9.
99,3 Sujeto son los pueblos apenas mencionados; a no ser que el verbo tenga sentido impersonal. Sobre el nombre santo: Ez 36,22; 39,25.
99,4 Es dudoso el comienzo. Alternativa: 'Rey poderoso que ama .. .' Tomo el sustantivo hebreo como sustituto de la persona, como nosotros usamos majestad, autoridad, etc. De él se predican tres cosas. La primera es una actitud, "ama", como Sal 45,8; la segunda es instaurar un régimen de rectitud, como Sal 45,7; la tercera es la tarea del gobierno justo, como Sal 72,2. La comunidad se llama Jacob: véanse Sal 59,14; ls 29,23; 41,21.
99,5 "Estrado" puede ser el templo (Sal 132,7; 1 Cr 28,2), el monte santo (Lam 2,1), la tierra (Is 66,1).
99,6 La terna es insólita y extraña. Podemos considerar a Moisés como mediador de la ley, a Aarón como representante del sacerdocio, a Samuel como profeta. El autor los junta en el "sacerdocio". Pienso que con ello quiere subrayar su santidad o consagración, inscribiéndolos en la categoría que mejor la representa en su época. El Dios santo es accesible a la "llamada" e invocación.
99,7 La respuesta de Dios es oracular y misteriosa (cfr. Ex 24,15-18), Su contenido son las estipulaciones de la alianza, que toda la comunidad debe observar.
99,8 Castigar y perdonar es actividad propia del Dios de la alianza: Ex 34,7; Dt 5,9s; Jr 32,18.
99,9 "Dios nuestro" es título de alianza; "monte santo" sintetiza la elección de Jerusalén, lugar del templo. Allí se concentra e intensifica la manifestación de su santidad.

Trasposición cristiana.

El tema de la santidad atraviesa todo el NT. Empezamos por el padrenuestro. Después aplicamos el trisagio a la Trinidad. Al Padre (Jn 17,11; Ap 15,3s;
16,5); al Hijo (Lc 1,35; Jn 6,69); al Espíritu Santo, protagonista de Hch. En consecuencia, toda la comunidad cristiana debe ser santa y consagrada: Jn 17,19; 1 Pe 1, 5s.

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