martes, 3 de abril de 2012

SALMO 92 (91)

2Es bueno dar gracias al Señor
y tañer en tu honor, Altísimo,
3proclamar por la mañana tu lealtad
y tu fidelidad de noche.
4Con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de CÍtaras,
5porque tus acciones, Señor, son mi alegría
y mi júbilo las obras de tus manos.

 6¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
7EI ignorante no los entiende,
el necio no los comprende.
8Aunque crezcan como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
9serán destruidos para siempre.
Tú en cambio, Señor,
eres siempre excelso.
10Cierto, Señor, tus enemigos,
cierto, tus enemigos perecerán,
los malhechores se dispersarán.

 11Se alza mi cuerno como de un búfalo,
estoy amasado con aceite fresco.
12Mis ojos verán la derrota de mi rival.
Cuando se alcen contra mí los perversos,
mis oídos escucharán:
13EI honrado florecerá como palmera,
se elevará como cedro del Líbano,
14plantado en la casa del Señor,
florecerá en los atrios de nuestro Dios.
15En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
16proclamando que el Señor es recto,
«Roca mía, en que no hay maldad».
 
 

92 El tono jubiloso, el acompañamiento instrumental y la motivación nos dicen que este salmo es un himno, con dos aspectos que le confieren un perfil individual. Primero, que tematiza la alabanza y el canto. Segundo, la vena sapiencial: explícita en el v. 7, presente en el tema de la retribución de buenos y malos, el uso de "honrado" como categoría. En clave sapiencial explicaré los versos finales. Lo sapiencial no sabe prescindir de la intención didáctica: el orante tiene un pie en la canción y otro en la enseñanza. El salmo hace compañía a los salmos 37 y 73.
En un salmo que se propone cantar las "obras" del Señor, de repente irrumpe el tema de la retribución: ¿cómo y por qué? Podemos imaginar dos explicaciones. a) El maestro se pone a cantar con todo entusiasmo las obras del Señor; de repente se le ocurre la objeción, la prosperidad de los malvados. El problema es "hondo", pero tiene fácil solución: es cuestión de inteligencia. Basta considerar el desenlace, que Dios tiene previsto. b) El autor por sí o por otros ha sido confrontado con la retribución como problema. Lo toma como punto de partida para una reflexión que combina lírica con didáctica y que da una respuesta superficial.
Composición. Hay una inclusión verbal y temática entre Is versos 3 y 16: es el proclamar los atributos del Señor. Un ejercicio "bueno" en el que podrá ocuparse el "honrado en su vejez". La imagen vegetal de "hierba" y árboles (8.13-15) es de estirpe sapiencial (Job 8,11 s; Jr 17,6-8; Prov 11,28 etc.). El poeta le añade un toque personal, introduciendo la palmera y trasladando imaginativamente los árboles al templo.
92,2 Sonoridad y ritmo están muy cuidados en hebreo. La música no sabemos cómo era.
92,3 "Lealtad y fidelidad" son pareja consabida. Aquí se encauzarán hacia el trato de los honrados. Al expresarla, el canto hace consciente la experiencia humana.
92,5-6 De las "acciones" divinas sube el hombre a meditar los "designios" , que son "profundos"; exigen atención y penetración: cfr. Prov 20,5.
92,7 No es extraño que el "necio" no los "comprenda: véase Dt 32,27-29; Miq 4,12.
92,8-10 Esto es lo que el necio no comprende, mientras que el orante lo puede explicar y cantar. El crecer y florecer de los malvados es el enigma, su destino trágico es el designio de Dios revelado en acción. La disposición formal es refinada: entre tres y otros tres hemistiquios para el destino de los malvados, se alza en el hemistiquio central Yhwh "siempre sublime". Como "hierba": véanse Sal 37,2; Is 40,5-8; su destrucción es "definitiva".
92,11-12 El orante pertenece al grupo contrapuesto a los malvados. Junto al vigor de la cornamenta que se alza (Sal 75), siente la flexibilidad de los músculos "amasados con aceite fresco", no rancio ("masaje" viene de la misma raíz que "amasar"); es trasposición de una práctica litúrgica corriente.
92,13-16 Lo interpreto como el texto de lo que "escucha". No un oráculo divino, como en 81,9; 85,9, sino una instrucción sapiencial, pronunciada por el maestro cantor. La instrucción generaliza la experiencia pronunciada en 11-12. En la "casa del Señor" imaginan algunos un manantial milagroso (Ez 47; JI 4, 18). "Florecerá" es la misma palabra que en v. 8. "Lozano y frondoso": pueden verse Prov 11,25; 13,4; 28,25; Sal 37,35.
92,16 Es el texto de la proclamación, en primera persona. El paralelo negativo "no hay" de "rectitud" muestra el tono apologético de la reflexión: nadie puede acusar a Dios de delito: cfr. Sab 12,12.

Trasposición cristiana.
Apliquemos el tema al destino de Jesucristo. Humanamente, su muerte es escándalo y necedad (1 Cor 1,23). En realidad, responde a un designio profundo de Dios, que el Espíritu revela y hace comprender (1 Cor 2,11) El cristiano está plantado en la Iglesia, que es casa de Dios; en ella crecerá vigoroso y lozano hasta ser trasplantado a la casa definitiva del Padre, "conforme al proyecto de Dios"(Ef 1,11).

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