martes, 3 de abril de 2012

SALMO 90 (89)

1Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
2Antes de que naciesen las montañas
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.
3Tú devuelves el hombre al polvo, diciendo:
¡Volved, hijos de Adán!
4Para ti mil años son un ayer que pasó,
una vela nocturna. 

5Los arrastras, son un sueño al amanecer;
se renuevan como la hierba:
6por la mañana se renueva y florece,
por la tarde se seca y la siegan. 
 

7¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y trastornado tu indignación!
8Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos a la luz de tu mirada,
9y todos nuestros días se fueron bajo tu cólera,
consumimos nuestros años como un murmullo.
10Aunque vivamos setenta años
y los más robustos hasta ochenta,
su afán es fatiga inútil,
pues pasan aprisa y nosotros volamos.
11¿Quién comprende la vehemencia de tu ira?,
¿quién aprecia el ímpetu de tu cólera? 
 

12Enséñanos a llevar buena cuenta
de nuestros días
para que adquiramos un corazón sensato.
13¡Vuélvete, Señor! ¿hasta cuándo?,
ten compasión de tus siervos.
14Sácianos por la mañana de tu misericordia,
y todos nuestros días serán alegría y júbilo.
15Danos alegría por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
16Que tu acción se manifieste a tus siervos
y a sus hijos tu gloria.
17Venga a nosotros la bondad del Señor
nuestro Dios,
consolida la obra de nuestras manos.
¡Consolídala, la obra de nuestras manos!
 
 

90 Género. Lo más aproximado que se puede decir de este salmo es que es una meditación; o la versión poética de una meditación, conducida con talante sapiencia!. Habla de los hombres en general, no de Israel, habla de la condición humana en imágenes. Se remonta al Génesis, antes de cualquier elección. La inserción en el salterio nos hace identificar el "nosotros" con la comunidad judía; sin embargo, el texto es fácilmente disponible para cualquier otra comunidad. 
El tema de esta meditación es, en términos generales, el tiempo. Basta fijarse en el campo semántico: días (4.9.12.14.15) y años (4.9.10.15); formas binarias: generación tras generación (1), desde siempre hasta siempre (2), mañana y tarde y noche (4-6); los adverbios antes, hasta cuándo, aprisa; los verbos de paso o decadencia: pasar, irse, volar, marchitarse, volver al polvo; los números como medida del tiempo. Por encima de tal acumulación se alza bien siluetado el verbo
de estabilidad (17). El campo del tiempo gobierna con rigor el poema: en orden ascendente, la duración de una planta, la vida humana, la historia humana, el tiempo cósmico, la perpetuidad divina.
El tema del tiempo es meditado con un enfoque particular: ¿teológico o antropológico? Pregunto por el arranque, que podemos definir de dos maneras. a) Teológico: partiendo de Dios, del vértigo de meditar su eternidad, el orante torna la mirada hacia sí y descubre espantado su caducidad. b) Antropológico: partiendo del hombre. El hombre medita su caducidad; para superar o aliviar la tristeza o la angustia, traslada la meditación a la presencia de Dios. El resultado es el contrario: en vez de aliviarlo, la duración inmensa de Dios lo empequeñece y abruma. Queda la salida de una petición.
Caducidad y pecado. La caducidad humana ¿es naturaleza o castigo? El pecado ¿es causa de la muerte o sólo agravante? Una pena de muerte (3; Gn 2,17) sólo se
puede conminar e infligir a un ser mortal. Lo que es condición se toma como castigo: se anticipa violentamente la muerte. Pero una catástrofe natural para algunos será castigo, para muchos es desgracia. Creo que el salmo considera la mortalidad como destino natural del hombre. El orante no pide perdón de sus pecados, sino sensatez para aceptar su destino.
Composición. Lo divido en tres partes: reflexión, Dios y el hombre (1-6), ira y pecado, con inclusión (7-11), súplica (12-17). Hay una repetición llamativa: ¡Volved!, intima Dios al hombre, ¡Vuelve!, clama el hombre a Dios (3.13).
El salmo está emparentado por el tema con Sal 39 y 49; tiene bastantes coincidencias con Dt 32-33, algunas en forma exclusiva. Se puede sospechar que el autor se inspiró en el Pentateuco, Gn y Dt.
90,1 "Refugio" o morada: imagen espacial; algo estable en el flujo de las generaciones, las contiene y les da cauce. "Nosotros" es el grupo humano que se realiza en la sucesión y continuidad: Ecl 1,4.
90,2 De un salto hacia atrás tropieza la vista con las montañas que ya estaban allí antes del hombre. Es su territorio y dura más que él. La creación de la tierra, por los verbos escogidos, es como un parto.
90,3 La historia del Génesis es evocada en un verso. El que modeló al hombre, dando le consistencia, lo hizo deleznable; el que integró sus partes lo deja desintegrarse: Job 10,9.
90,4 Las medidas humanas del tiempo no sirven, de ninguna manera, para medir a Dios (2 Pe 3,8). Tal inmensidad refuerza la melancolía del orante.
90,5 El texto es algo dudoso. "Arrastras": el verbo hebreo sugiere una lluvia torrencial. 
90,6-11 Sección definida por la inclusión con "ira". Si la primera parte veía el tiempo humano a la luz de la duración divina, ésta lo ve a la luz de la cólera divina. De la melancolía pasamos al sentimiento trágico, cuando dos realidades estrechamente ligadas, pecado y cólera, se yerguen en la conciencia del hombre.
90,6 Cuatro verbos en este verso, excelente por su concentración; cuánta actividad para pasar más aprisa.
90,7 Una fuerza externa nos consume y desconcierta. ¿Quién la provoca?
90,8 Dios nos hace ver lo que nosotros escondemos. Tu rostro ilumina lo recóndito, y tengo que confesar que tu cólera está justificada.
90,9 "Un murmullo": un rumor apenas audible para el que lo pronuncia, y retorna la inmovilidad y el silencio.
90,10 Hacemos la prueba contando los años de personas no malogradas, robustas, y tropezamos con un límite. Pesemos su sustancia, y obtenemos un afanarse en vano: Job 5,6s.
90,11 La duración de Dios nos sobrecoge, pero nos acoge; la ira nos abruma con su peso incomprensible.
90,12-17 Una vez tocado el punto más bajo, el orante busca salir a flote rezando a Dios. Y lo hace en tres momentos imbricados. El primero: la aceptación resignada, sin ilusiones: es sensatez. El segundo es unos bienes que compensen las desgracias. El tercero es la fecundidad de la acción.
90,12 A medida que pasan los años, instruido por Dios, el hombre madura en sensatez.
90,13 El verdadero cambio ha de suceder por una acción divina, que el hombre puede sólo suplicar.
90,14-15 La petición es modesta: equilibrar en la balanza de la vida penas y gozos. Pero Dios puede alumbrar una mañana realmente nueva, puede desequilibrar la balanza.
90,16-17 En un modelo doméstico, los siervos piden al amo que comience actuando y que dé eficacia a la tarea encomendada; algo semejante en un modelo político. De ahí se sube a la visión teológica: el hombre será lo que haya hecho: él y Dios en él.
90,17 Is 26,12.

Trasposición cristiana.
La "vuelta" de Dios de la ira a la misericordia sucede en Jesucristo: Ef 2,4-7. Las obras del cristiano, vitalizadas por la fuerza de la resurrección (Flp 3,10), cobran consistencia y fecundidad (Flp 2,13), Y al final lo acompañarán (Ap 14,13).

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