domingo, 29 de abril de 2012

SALMO 109 (108)


1Dios de mi alabanza, no te hagas el sordo,
que una boca perversa y traicionera
2se abre contra mí.
discute conmigo una lengua mentirosa.
3Con discursos de odio me cercan
y me combaten sin motivo.
4En pago de mi amor me denuncian
mientras yo rezaba.
5Me devuelven mal por bien,
odio por amor. 
 

6Dicen: «Nombra contra él un malvado,
un acusador que se ponga a su derecha.
7Salga condenado del juicio
que fracasen sus súplicas.
8Que sus días sean pocos
y su empleo lo ocupe otro.
9Que sus hijos queden huérfanos
y su mujer viuda.
10Que sus hijos mendiguen, vagabundos
expulsados de sus ruinas.
11Que un usurero se apodere de sus bienes
que extraños arrebaten sus sudores.
12Que nadie le muestre clemencia 
ni se compadezca de sus huérfanos.
13Que su posteridad sea exterminada
y en una generación se borre su apellido.
14Que el Señor recuerde las culpas de sus padres
y no borre los pecados de su madre.
15que el Señor los tenga siempre presentes
y extirpe de la tierra su memoria». 
 

16-«Pues ya que no se acordó
de obrar con clemencia,
persiguió al pobre desgraciado
y al atribulado, para darle muerte;
17ya que amó la maldición, ¡recaiga sobre él,
no quiso la bendición, ¡quede lejos de él!
18Que se vista la maldición como un traje,
que le empape como agua las entrañas,
como aceite los tuétanos;
19sea un vestido que lo cubra,
un cinturón que lo ciña siempre».
20Así pague el Señor a los que me acusan,
a los que dicen males de mí.
21Tú, en cambio, Señor, Dueño mío,
trátame como pide tu nombre,
por tu bondad bienhechora líbrame.
22que soy un pobre desgraciado,
llevo dentro el corazón traspasado.
23Voy pasando como sombra que se alarga,
me sacuden como a la langosta.
24Se me doblan las rodillas de ayunar,
estoy flaco y descarnado.
25Soy la burla de ellos,
al verme sacuden la cabeza.
26Socórreme, Señor, Dios mío,
sálvame por tu misericordia.
27Reconozcan que aquí anda tu mano,
que tú, Señor, lo has hecho.
28Que ellos maldigan, tú me bendecirás;
que mis rivales fracasen
mientras tu siervo se alegra.
29Que se vistan de infamia los que me acusan,
que la confusión los envuelva como un manto. 
 

30Muchas gracias dará mi boca al Señor,
lo alabaré en medio de una multitud,
31porque se puso a la derecha del pobre
para salvar su vida de los jueces.

109 Es uno de los salmos más difíciles del salterio, por la violencia de los sentimientos expresados y del lenguaje usado. Está claro el planteamiento judicial, es dudoso el reparto de papeles.

Al planteamiento judicial pertenecen: el verbo "juzgar" en 7 y 31; el término saatan para designar al rival que acusa ante el tribunal: 4.6.20.29 (cfr. Job 1-2; Zac 3,2); "estar a la derecha" (6) como postura judicial, el "culpable", "salir condenado" (7), la "confusión" de la derrota (29). Comparado con otros textos judiciales, p. ej. el Sal 17 faltan: el título de juez, la indagación de la culpa, el ponerse en pie, le mención de delitos particulares. La descripción de la desgracia (22-25) es más propia de una súplica.
Reparto de papeles. Que el orante pronuncia 1-5 y 21-31 no es dudoso. El problema está en la serie de imprecaciones de los versos 6-20. Se proponen tres oluciones, las tres apoyadas en argumentos de peso. a) Los versos 6-20 son cita textual de cuanto ha dicho el acusador o denunciante, el satán. Son el texto al que se refiere el orante: "lengua mentiroso y discursos de odio" (2-3), "que ellos maldigan" (28). "Así, esto" (20) resume lo anterior y 21 es nuevo comienzo. b) El salmo recoge y cita dos discursos, de las dos partes, ante el juez. Primero hablan los acusadores, en una serie apretada de imprecaciones (6-15). Tras un corte slntáctieo, responde el acusado retorciendo la petición de los adversarios e invocando la ley del talión (17-20). c) El orante pronuncia la entera serie de imprecaciones (6-20) siguiendo módulos rituales conocidos y ampliamente usados en Mesopotamia, adaptándolos con maldiciones de la alianza, según Dt 28. Se pueden citar numerosos textos usuales en Babilonia, que muestran curiosas y significativas semejanzas con el salmo, aunque con mentalidad politeísta. Me inclino a la segunda hipótesis, consciente de las dificultades que afectan a las tres.
Composición. Dentro de un marco tradicional, el cuerpo se articula en cuatro bloques. Invocación (1); se propone la causa (2-5); imprecaciones de los acusadores (6-15), réplica del acusado (16-20), súplica tradicional (21-29); conclusión con recapitulación (30-31 ).
109,1-3 El salmo comienza con una gran silencio en medio de una conflagración de voces: el orante invoca y alaba, los rivales acosan con sus calumnias: ¿puede Dios desentenderse? Véanse Is 42,14; Hab 1,13; Sal 22,3; 35,32; 39,13; 83,2. Describe los discursos del enemigo en imagen militar: asedio y asalto. Batalla verbal cuyas armas son la mentira y la calumnia. Batalla a muerte.
109,31 Sm 25,21; Prov 17,13.
109,4 Él no ha dado motivo para semejantes ataques; al contrario, su conducta ha sido dictada por el amor: léanse 1 Sm 24,18; 25,21; Jr 18,20; Prov 17,13. Los enemigos pagan amor con hostilidad (Sal 35,12; 38,21), el orante responderá devolviendo mal por mal.
Es muy dudosa la interpretación de tepilIa: súplica por los rivales (como Jr 15,11); súplica por sí (como en 21-26); de la raíz "arbitrar" (Ex 21,22; Dt 32,31; Job 31,11.28), grito de apelación.
109,5 Sirve de resumen y, según la hipótesis elegida, para introducir el discurso "maligno y odioso" de los acusadores.
109,6-15 Cuento veinte peticiones: como un apedrear verbal a la víctima. La imprecación tiene parentesco con las maldiciones de Dt 27-28: se dirigen a Dios, van en serie, invocan males como castigo, se consideran eficaces. Pero tienen que estar justificadas: compárese Jue 9,57 con Prov 26,2; Dios puede neutralizarlas: Dt 23,6. 
109,6-7 La primera es extraña: pedir a Dios que nombre un fiscal perverso, de modo que el inocente salga condenado. Es pedir la complicidad de Dios. Estas palabras se explican mejor como "expresiones de odio" de los rivales que como petición devota del orante.
109,8 Puede ser por ejecución capital como desenlace del proceso, (cfr. 1 Re 21), por enfermedad o accidente que malogren la bendición de la longevidad. La pérdida del puesto o cargo: Is 22,19-21.
109,9 La familia queda pobre y desamparada por la muerte o la desgracia del marido y padre: véanse Jr 18,21; Lam 5,3.
109,10-12 Sobre las posesiones, en un bloque coherente. Legal o ilegalmente, gente extraña, no de la familia, se apodera de sus bienes (corregido el verbo hebreo); los huérfanos quedan reducidos a la mendicidad (cfr. Sal 37,25); piden, y nadie les tiene compasión. La crueldad se está encarnizando.
109,13. Sigue la descendencia en la generación de los hijos: véanse 1 Sm 2,31-36; Prov 10,7.
109,14 Los herederos pagan las consecuencias: compárese con Sal 79,8 y el desarrollo de Ez 18.
109,15 Extirpada la descendencia, queda también abolido el recuerdo, de ordinario ligado a los hijos y al apellido: Job 18, 17s; Dt 32,26. Y con esto llegan al final (en mi hipótesis): todo han sido imprecaciones sin justificarlas con la enumeración de los delitos.
109,16 Este verso comienza en el estilo típico de motivación de sentencia: "puesto que has hecho XX, te sucederá / que te suceda 22". El juez habla en futuro, la víctima pide en yusivo. La acusación es un balance del discurso anterior: "aman la maldición".
109,17 Pide simplemente que se aplique la ley del talión, prevista en la legislación. No se toma la venganza, pide justicia.
109,18-19 Amplifica lo anterior: la maldición se ha de volver contra él con su fuerza envolvente y penetrante. Léase la ley del Deuteronomio contra testigos falsos, Dt 19,16-19.
109,20 Considero este verso la conclusión del discurso del orante: "sea ésta la paga de parte de Dios" -a quien toca aplicar la ley que yo he invocado-, para los que "hablan contra mí" -pronunciando las imprecaciones arriba citadas-.
109,21-28 Una marcada adversativa señala el comienzo de una nueva sección. Ahora el orante se dirige a Dios en segunda persona, pronunciando una súplica de corte tradicional, con el triángulo consabido, señalado por los pronombres: tú (21.27.28), yo (22.25), ellos (28).
109,21 Primera motivación: Dios mismo, por su nombre o fama y su bondad.
109,22-24 Segunda motivación. La situación del orante en tres imágenes. El poeta ve la sombra tendida en el suelo alargarse al caer el sol. Es un insecto dañino que uno sacude. Por un ayuno, forzado o voluntario, está sin magras, de-macrado, sin carnes, des-carnado.
109,28-31. Van contraponiendo las dos partes o actores, como en el desenlace de un juicio: maldición y bendición, derrota y fiesta, confusión y acción de gracias.
109,31. El verso final recapitula: derecha (6), pobre (22), salvar (26), jueces (7).

Trasposición cristiana.

 Hch 1,20 aplica el v. 8 a Judas como tipo de los perseguidores de Jesús. El salmo puede cultivar el sentido de justicia, la indignación ante la injusticia, a la vista de las víctimas inocentes.

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