viernes, 6 de abril de 2012

SALMO 102 (101)

(Sal 33; 74; 79) 


2Señor, escucha mi súplica,
que mi grito de socorro llegue a ti.
3No me escondas el rostro

en mi aprieto.
Préstame oído cuando te llamo,
respóndeme pronto.

4Que mis días se desvanecen como humo
y mis huesos queman como brasas.

5Mi corazón herido se agosta como hierba,
pues me olvido de comer mi pan.

6AI son de mis quejidos
se me pega la piel a los huesos.
7Estoy como lechuza en el páramo,
estoy como búho entre ruinas.
8Estoy desvelado* y me siento
como pájaro sin pareja en el tejado.


9Todo el día me afrentan mis enemigos,
furiosos contra mí me maldicen.
10En vez de pan como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto;
11por tu cólera y tu indignación,
porque me alzaste en vilo y me arrojaste.
12Mis días son una sombra que se alarga
y yo me voy secando como hierba.  

13Tú, en cambio, Señor, reinas siempre,
tu nombre pasa de una generación a otra.
14Tú te levantarás y te compadecerás de Sión,
que es hora de piedad, ha llegado el plazo.
15Tus siervos aman sus piedras,

les duele hasta su polvo.
16Los paganos respetarán tu nombre, Señor,
todos los reyes del mundo, tu gloria.


17Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca en su gloria,
18y se vuelva a las súplicas de los indefensos
y no desprecie su súplica,

19quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo recreado alabará al Señor:
20Que el Señor se ha asomado

desde su excelso santuario
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
21para escuchar los lamentos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.

22Así se anunciará en Sión la fama del Señor
y su alabanza en Jerusalén,


 23cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reinos para servir* al Señor.

24ÉI agotó mis fuerzas por el camino
y acortó mis días.
25Yo dije: Dios mío,
no me arrebates a la mitad de mis días,
tus años se miden por generaciones.
26AI principio cimentaste la tierra,

el cielo es obra de tus manos:
27ellos perecerán, tú permaneces,
se gastarán como la ropa,
serán como vestido que se muda.
28Tú en cambio eres aquel
cuyos años no se acaban.

29Los hijos de tus siervos y su linaje
habitarán establemente en tu presencia.


102 Género y situación. Súplica por la capital en ruinas, durante el destierro o inmediatamente después. Recoge del género algunos temas, omite y cambia otros. No se mencionan los enemigos de la nación, falta la promesa de acción de gracias, la esperanza o confianza están implícitas.· La desgracia de la ciudad se funde con la situación personal del orante y provoca una meditación sobre la eternidad de Dios. El género suministra un molde para ser quebrado.
Son constitutivas del poema la dualidad orante / ciudad y la dimensión temporal. Yo o Sión: ¿cuál es el arranque de la súplica? Caben dos respuestas: a) la desgracia personal lo hace sensible a la desgracia nacional; b) la desgracia nacional agudiza el sufrimiento personal; e) o bien lo decisivo es la tensión entre los dos sentimientos.

El salmo comienza como súplica individual (2-3) y sigue con el recuento de sus penas (4-12), como el Sal 77; sólo que el orante trasciende su experiencia personal en dos dimensiones: la comunitaria, porque es miembro del pueblo y siente como propio el dolor de la capital (15); la temporal, porque su corta vida (4.12.24s) es un segmento en la serie de generaciones (29) que continúan, y quiere dejar un legado escrito (19) para los venideros. Ambas dimensiones quedan acogidas en la universalidad y perduración de Dios, que abarca otras naciones (16.23), que desborda las generaciones (25).
Apunto datos para el estudio de los dos ejes semánticos: el tiempo, la sociedad. a) La dimensión inferior del tiempo es la vida humana del orante, que amenaza malograrse: cfr. Is 38,10-12. De modo paralelo, la ciudad parece malograda: véase el "resucitar, vivificar" de Neh 3,34. Confronta su breve vida con la duración de Dios, que supera: la vida de un individuo, de las generaciones, la duración del cosmos (26s). b) En la primera parte del salmo el orante está solo (8) encerrado en su dolor (5s). Rompe el cerco y se hace consciente del dolor de la ciudad amada (14s); todo un pueblo comparte ese dolor (15); otros pueblos celebrarán la restauración (16.23). Los dos ejes se cruzan en los versos 17-19.

Desarrollo. Ni el género ni los dos ejes producen un desarrollo simple: el lirismo impera sobre la arquitectura. Llama la atención la abundancia de comparaciones (4-12 y 27).
102,2-3 La introducción es más bien convencional, con una nota de urgencia (eje temporal): compárese con 69,17s y 143,7.

102,4 "Mis días": se anuncia el tema del tiempo. Vemos el humo, adivinamos el fuego (cfr. Ez 24,10). Como si cada día fuera un poco de combustible con que alimentar el horrible fuego interior: véanse Sal 37,20; 69,4.
102,5 El corazón puede sintetizar aquí toda la interioridad, que se va secando por falta de alimento; como la hierba: Sal 90,5s.
102,6 "Al son": es extraña la relación del sonido con el estar demacrado: compárese con Job 33,20s. Algunos comentaristas añaden un verbo antes.
102,7-9 Soledad y hostilidad verbal parecen excluirse; no es caso único en el género súplica de enfermo, p. ej. Sal 31.
102,7 Son animales impuros, tomados quizá de listas legales: Lv 11,17s; Dt 14,16s: véase la descripción de Is 13,20-22; 34,13-15. El desierto puede sugerir el destierro, las ruinas preparan la visión de la ciudad reducida a escombros.
102,8 Is 34,14s. * O: gimiendo. 
102,9 "Furiosos" o dementes, o que me declaran demente. Los juramentos podrían ser conjuros o hechicerías, tan comunes en un tipo de plegarias mesopotámicas.
102,10 "Ceniza y llanto" pertenecen al ritual del luto por una muerte o una desgracia. En los funerales se solía ofrecer un banquete como comida y bebida de consuelo (Jr 16,7): en el luto del orante no hay más que los puros signos del luto.
102,11 Eh su sufrimiento extremo, en su vida malograda, el orante reconoce la cólera de Dios. Porque toma en serio al hombre se encoleriza Dios. Lo mismo encontramos en las Lamentaciones y en el Sal 90,7.11. Es tremendo el segundo hemistiquio: imagen de una vida malograda, del destino de los judíos desterrados, ¿de la humanidad mortal?
102,12-13 Tomo juntos los dos versos para subrayar el contraste: "y yo / pero tú", "días / generaciones". La imagen de la "sombra" es frecuente: Sal 109,23; 144,4; Job 8,9; 14,2; EcI 6,12; Sab 2,5. De la "hierba": Is 37,27. "Reinas siempre". Con fórmula muy semejante, Lam 5,19 ve en la perduración del Señor una esperanza para Sión. "El nombre" acompaña a las generaciones porque así lo manifestó él mismo: Ex 3,15.
102,14-16 La súplica cambia de enfoque y mira a la ciudad con afecto intenso. Del Señor apela a las cualidades tradicionales, "compasión y piedad": Ex 34,6; Jon 4,2; Sal 86,15 etc. Del pueblo comenta el amor tierno y compasivo por la capital: compárese con Ez 24,21. De los enemigos predice un genérico "respetar, venerar". La relación entre dolor personal y pena por la ciudad, con otras coincidencias temáticas, se puede apreciar leyendo entera la tercera Lamentación; en concreto los versos 4.8.22.43.48.50.61.
102,14 Con la tranquila duración de Dios se enfrenta la impaciencia humana, que le recuerda a Dios sus plazos: Hab 2,3.
102,15 El orante con sus compañeros intentan contagiarle a Dios su compasión; ¿o están, sin saberlo, contagiándose ellos de la compasión divina?
102,16 No se trata todavía de conversión formal, sino de reconocimiento del Dios extranjero: véase Is 59,19.
102,17-23 Es muy difícil acertar con el correcto reparto sintáctico de estos versos, por la ambigüedad de la partícula ki,y por la indecisión de los tiempos verbales. A través de nuestra perplejidad se abre paso una percepción clara: que Sión será reconstruida, que el hecho se ha de registrar por escrito, que redundará en un culto universal del Señor.
102,17. La reconstrucción es tema central en Ez 36,33-36; Is 54,11 s; Am 9,11; Sal 51,20.
102,19 "Escribirlo" arguye una lúcida y firme conciencia histórica sobre el destino del pueblo: Is 30,8; Jr 30,2; Job 19,24.
102,20 "Se asoma": vigilante en Sal 14,2, benévolo en Dt 26,15.
102,21 No basta reconstruir la ciudad si faltan hombres para repoblarla: Is 49,22. Los "condenados a muerte" están encerrados en una mazmorra esperando la ejecución: cfr. Ez 37,11 s. 
102,23 El culto es más que el reconocimiento genérico (16): quizá se inspire en Is 2,2-5; Sof 3,9s. Con esta visión gloriosa, sobrepuesta a un panorama de ruinas, podría terminar el salmo. Pero, tras una pausa, la visión se desvanece, y el orante se repliega sobre sí. * O: dar culto.
102,24-25 Por el camino de la vida, agotado y desfallecido, incapaz de alcanzar el término normal.
102,26 Salta a la duración cósmica para desbordarla: Is 48, 12s; Job 38,4.21.
102,27 ¿Piensa que, consumidos cielos y tierra, Dios creará otros nuevos de recambio? Is 66,22 es casi una respuesta.
102,28. Suena como eco de la autopresentación de Dios: 'atta hu '/ 'ani hu' Tú eres / Yo soy, Is 41,4; 43,10; 48,12.
102,29 Termina con una confesión de esperanza: no en la inmortalidad personal, sino la del pueblo.

Trasposición cristiana.

Heb 1,10-12 cita los versos 26-28 para exaltar la dignidad del Hijo de Dios. También podemos ensayar la lectura eclesiológica: el salmo nos enseña a inscribir nuestras penas personales en un contexto ancho. Creyendo en la resurrección, esperamos que nuestros cuerpos serán reconstruidos.

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