lunes, 2 de abril de 2012

SALMO 88 (87)

2Señor Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia.
3Uegue hasta ti mi súplica,
inclina el oído a mi clamor.
4Que mi ánimo está colmado de desdichas
y mi vida está al borde del Abismo.
5Ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un hombre inválido;
6confinado entre muertos, como las víctimas
que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria
porque fueron arrancados de tu mano.
7Me has colocado en 10 hondo de la fosa,
en tinieblas abismales.
8Tu cólera pesa sobre mí,
me arrojas tus rompientes.
9Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos.
Encerrado, no puedo salir,
10y los ojos se me nublan de pesar.
Te llamo, Señor, todo el día
tendiendo las palmas hacia ti.
11 ¿Harás tú maravillas por los muertos?, 
¿se alzarán las sombras para darte gracias?
12¿Se anunciará en el sepulcro tu lealtad
o tu fidelidad en el reino de la muerte*?
13¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
o tu justicia en el país del olvido?
14Yo a ti, Señor, te pido auxilio:
de mañana irá a tu encuentro mi súplica.
15¿Por qué, Señor, rechazas mi aliento
y me escondes tu rostro?
16Desgraciado y enfermizo soy desde niño.
Me abruma tu terror y tu delirio,
17sobre mí ha pasado tu incendio,
tus espantos me han consumido,
18me envuelven como agua todo el día,
me cercan todos a una.
19A1ejaste de mí amigos y compañeros,
y mi compañía son las tinieblas.  

88 Género y situación. Por declaración expresa, por el comienzo convencional y el desarrollo, catalogamos este salmo como súplica individual. Aunque le faltan varios elementos del género. No confiesa pecados, lo cual significa que la tragedia es inmotivada e inexplicable. No hay descripción de enemigos ni de su acción hostil: ¿será que se concentra la hostilidad en Dios?, ¿o en el último enemigo, la muerte? (1 Cor 15,26). No expone el contenido concreto de la petición: se sobrentiende. No promete dar gracias: adonde va el orante no se dan gracias (Is 38,19). La muerte no es castigo, sino condición, se muestra desnuda de razones.
El orante reza in articulo mortis, en la coyuntura de la muerte. Pero su oración no es el grito angustiado, ni siquiera la jaculatoria urgente del agonizante; es un poema bien compuesto. Hay que emparejarlo con Sal 39; Is 38; Job 10.
Símbolos de la muerte. El hebreo no conoce una vida después de la muerte, pero no sabe concebir la no existencia. En el momento en que predica algo del muerto, le
está dando una existencia desconocida. Unos predicados son negativos: no alaba, no ve la luz; otros son positivos, imaginativos. Aprovechando tradiciones y materiales de la cultura circundante, descarta algunas y selecciona un repertorio de imágenes, sin integrarlas en una visión orgánica. El presente salmo ofrece una concentración.
a) El reino de la muerte o los muertos como espacio. Arranca de o se confirma con la práctica de enterrar, poner bajo tierra. Los muertos "bajan a la fosa" o pozo, descienden a las zonas "inferiores de la tierra", yacen en el sepulcro, habitan un Seol o Abbadon (Prov 15,11; Job 28,22. b) La muerte es una potencia en acción: incendio que consume, oleaje que arrolla y traga. e) Es cualidad o estado: mundo de tinieblas, negación de la luz, prisión sin salida, "tierra de olvido" donde los
muertos olvidan y son olvidados. d) Los muertos yacen, no se levantan, no perciben, no alaban.
Todo ese vacío se instala poderosamente en la conciencia del hombre y se trasmuta en "horrores y espantos" que "sacian el ánimo" de penas.
La muerte y Dios. Por una parte, la muerte es ajena a Dios, por otra parte, Dios provoca la muerte como destino del hombre. No hay una divinidad rival, Mot o Nergal o Nereskigal, a la larga más poderosa que Dios. Por lo tanto, es Dios el causante misterioso. El salmista lo dice en segunda persona o con sustantivos y posesivos: "no te acuerdas, colocas, alejas, colocas, rechazas, escondes, alejas; tu cólera, tu oleaje, tu terror, tu incendio, tus espantos"; pero se niegan "su misericordia, su fidelidad, su justicia, sus prodigios". ¿Es más comprensible, más aceptable ese Dios sin rivales y sin piedad?
88,2-3 El hebreo sigue-un orden refinado: "Señor, Dios de mi salvación, de día clamo, de noche en tu presencia". A pesar de lo que sufre, sigue orando el moribundo y orando morirá.
88,4 "Saciado de desgracias": balance de una vida o impresión final. "Vida y Seol": contigüidad de vida y muerte, patente a la conciencia.
88,5 "Los que bajan a la fosa": véase Ez 31,14.16; 32. "Hombre" o varón (fuerte) inválido: apurando contrarios.
88,6 "Confinado": imaginemos un hospital de campaña, entre heridos desahuciados. Otros traducen "emancipado" (cfr. Job 3,19), que es otra paradoja: finalmente libre ... con los muertos. "Víctimas": caídos en batalla o ajusticiados o asesinados. Dios no se acuerda de ellos: en contraste con Sal 8; compárese con Job 14,13-15.
88,7 Empieza la serie en segunda persona, con una acumulación de términos de lugar.
88,8 Cuando Dios es sujeto de "apoyar", el verbo tiene valor positivo. El orante retuerce la expresión: es tu cólera la que se apoya o pesa.
88,9 También del abandono y la soledad Dios es causante, al hacerlo repugnante: Job 19,21.
88,11-13 Tema clásico (Sal 30,10; Is 38, 18s; Eclo 17,27s) expuesto aquí con especial vigor. Revelar es revelar a alguien: los muertos no son alguien a quien Dios pueda revelar sus cualidades. Los repa'im son las sombras o manes o ánimas de las creencias populares. "Anunciar" o contar: verbo frecuente en el salterio. "La tiniebla": léase el desarrollo en Job 10. "Tierra del olvido": expresión única; compárese con Sal 31,13; Ecl 9,5.
88,11 * O: milagros.
88,14 La mañana es el tiempo clásico de ser escuchados y recibir favores divinos. El orante todavía subsiste en el ritmo de día y noche (2), pero tiene prisa porque el tiempo se acaba.
88,15 Pero en vez de favor, recibe rechazo, y al amanecer ve cubierto el rostro de Dios: en contraste Sal 17,15.
88,16a "Enfermizo": el verbo es dudoso; podría denotar simplemente la condición mortal consciente.
88,16b Es el momento más trágico, cuando Dios se vuelve terrorífico, porque entrega el hombre a la muerte: compárese con Gn 15,12; Ex 88,15,16; Sal 55,5; Job 9,34; 13,21. El terror de la muerte es sacro. Más que la muerte es trágica la conciencia de morir.
88,17-18 Fuego yagua aliados contra el moribundo. El incendio atraviesa, las aguas envuelven; el moribundo centro de esa despiadada y cósmica devastación.
88,19 Abandonado de todos porque Dios los aleja. Así termina el salmo: lo primero que Dios creó fue la luz, lo último que encuentra el hombre es la tiniebla.

Trasposición cristiana.

Los comentaristas antiguos ponen este salmo en boca de Jesús en Getsemaní y en la cruz. La certeza de la resurrección no le ahorró la amargura de la copa que el Padre le alargaba: Mc 14,33; Lc 22,44. Al morir él, toda la tierra quedó en tinieblas. Hay que dejar al salmo que, sin paliativos, desarrolle todo su patetismo y nos ayude a contemplar la trágica grandeza de la muerte de Jesús. Sólo así mostrará toda su fuerza la resurrección. Ahora por los muertos "hace prodigios".

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