domingo, 18 de marzo de 2012

SALMO 82 (81)

1Dios se levanta en la asamblea divina,
rodeado de dioses juzga:


2-¿Hasta cuándo daréis sentencias injustas
poniéndoos de parte del culpable?
3Defended al desvalido y al huérfano,
haced justicia al humilde y al necesitado,
4salvad al oprimido y al pobre
librándolos del poder de los malvados.
5No saben, no entienden, caminan a oscuras,
y tiemblan los cimientos del orbe.

6yo declaro: Aunque seáis dioses
e hijos del Altísimo todos,
7moriréis como cualquier hombre,
caeréis como cualquier príncipe.

8¡Levántate, Dios, y juzga la tierra,
porque tú eres el dueño de todos los pueblos!

82 En vez de encasillar el salmo, cosa imposible, vaya observar a los personajes y sus papeles dentro del texto, sin identificarlos por ahora. Un soberano, 'el, convoca a sus ministros, 'elohim para juzgar su gestión subordinada. Se levanta y los interpela con una pregunta retórica que equivale a una acusación: media un delito de corrupción y perversión inveteradas de la justicia. Del protocolo de los jueces - gobernantes cita unos imperativos que definen sus funciones, en otros términos, la función que les encomendaba la carta de nombramiento. No las han cumplido, y la consecuencia es que los fundamentos del orden social y hasta del orden cósmico se tambalean. La injusticia establecida engendra oscuridad y la oscuridad manipulada fomenta la injusticia. El soberano pronuncia sentencia: no vale apelar a la condición, a títulos o méritos. Por haber pervertido la justicia, han incurrido en pena de muerte, y la sentencia será ejecutada sin miramientos.
Escuchada la sentencia, el pueblo que asiste invoca a Dios para que se encargue él de gobernar con justicia el mundo.
Para la composición orgánica completa no encuentro paralelos en el AT, para sus partes sí. Un ejemplo interesante de juicio lo encuentro en 1 Sm 22. Sobre las obligaciones de jueces y gobernantes: Lv 19,15; Dt 1,16s; 16,19. Para la sentencia de muerte, según su fórmula, Gn 3,3s; Nm 16,29; Is 22,14.

Composición. La escena judicial es el primer principio de composición. Ella justifica y explica la movilidad de las intervenciones, de varios sujetos, en primera o segunda o tercera persona. En un plano se contraponen Dios - dioses - Altísimo y hombres - príncipes: un grupo de los primeros es degradado a la categoría de los segundos, con sus consecuencias: de la inmortalidad a la muerte. En otro plano, la oposición clásica malvado / honrado es sustituida por malvado = culpable
/ desvalido - huérfano - humilde - necesitado - pobre.

Identificación de los 'elohim. a) Como divinidades. El autor habla del panteón celeste: sobre una corte de divinidades subordinadas impera el Dios supremo, 'el. Al identificarse Yhwh con 'el, las otras divinidades son destronadas y eliminadas. Véanse Sal 29,1; 95,3; 96,4s; 97,7.9; Ex 15,11; Job 1,6 etc.
Para la escena de la corte celeste, compárese 1 Sm 22,6 con 1 Re 22,19. Que a algunos dioses competa la administración de la justicia entre los humanos lo prueban numerosos textos no bíblicos.
b) Como jueces. El destierro significó una revolución religiosa consolidada. El paso del henoteísmo, muchos dioses para los paganos y uno solo para los judíos (Miq 4,5), al monoteísmo, un dios único. Entonces el salmo cambió de identificación: se aplicó a los jueces "por la gracia de Dios": véase 2 Cr 19,5s; Sab 6,1-11 Y la cita polémica de Jesús en Jn 10,34-36. El salmo se convierte en acusación profética contra gobernantes injustos, judíos o extranjeros. Los gobernantes injustos no tienen impunidad sacra. La condición mortal devuelve su verdadera dimensión al hombre: cfr. Ez 28,9.

82,1 El primer 'elohim es Dios; la "asamblea divina" es la corte de 'el; el segundo es plural, como indica la preposición.
82,2 Véase Lv 19,15.35.

82,5 Los verbos "saber, entender' pueden tener significado o connotación judicial: Job 11,11; Sal 139,2. "Oscuridad" como metáfora de desorden social: Is 59,9.
82,8 Todo el mundo es "heredad" del Señor.

Trasposición cristiana.

En nuestra cultura los dioses falsos e injustos están secularizados: falsos valores son hipostasiados y exigen absoluta sumisión. Entre los creyentes pueden existir los ídolos mentales: nuestras ideas o imágenes de Dios que confundimos con el Dios verdadero. Léase a este propósito el final de la primera carta de Juan, 5,20s

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