domingo, 18 de marzo de 2012

SALMO 78 (77)

1Escucha, pueblo mío, mi instrucción,
prestad oído a las palabras de mi boca:
2que voy a abrir la boca a una parábola,
haré brotar enigmas del pasado.
3Lo que oímos y aprendimos
y nos contaron nuestros padres
4no lo encubriremos a sus hijos,
lo contaremos a la siguiente generación:
las glorias del Señor y su poder
y las maravillas que realizó.
5Pues él hizo un pacto con Jacob
y dio una instrucción a Israel
él mandó a nuestros padres
que lo hicieran saber a sus hijos,
6de modo que lo conociera
la generación siguiente,
los hijos que habían de nacer;
que ellos sucedieran
y se lo contaran a sus hijos,
7para que pusieran en Dios su esperanza
y no olvidaran las hazañas de Dios
y cumplieran sus mandatos.
8Para que no imitaran a sus antepasados:
generación rebelde y contumaz,
generación de corazón inconstante,
de espíritu desconfiado de Dios.
 9Los arqueros de la tribu de Efraín
volvieron la espalda en la batalla.
10No guardaron la alianza de Dios
y rehusaron seguir sus instrucciones,
11 echando en olvido sus acciones,
las maravillas que les había mostrado.  
12A vista de sus padres hizo portentos,
en territorio egipcio, en la campiña de Soán.
13Hendió el mar para abrirles paso
sujetando las aguas como un dique.
14Los guiaba de día con la nube,
de noche con el resplandor del fuego.
15Hendió la roca en el desierto
y les dio a beber raudales de agua.
16Sacó arroyos de la peña
e hizo bajar el agua como ríos.  
17Pero ellos volvieron a pecar contra él
rebelándose en el yermo contra el Altísimo.
18Tentaron a Dios en el corazón
pidiendo una comida para su apetito.
19Hablaron contra Dios, dijeron:
¿podrá Dios poner la mesa en el desierto?
20Es verdad, golpeó la roca,
brotó agua y se desbordó en torrentes;
¿podrá también damos pan
y proveer de carne a su pueblo?
21Lo oyó el Señor y se indignó,
un incendio estalló contra Jacob,
hervía su cólera contra Israel,
22porque no se fiaban de Dios
ni confiaban en su auxilio.
23Dio orden arriba a las nubes
y abrió las compuertas del cielo;
24hizo que les lloviese maná para comer
y les sirvió un trigo celeste.
25Un pan de héroes comió el hombre,
les mandó provisiones hasta la hartura.
26Transportó por el cielo el viento de levante
y guió el viento sur con su fuerza.
27Hizo que les lloviese carne como una polvareda,
y volátiles como arena de la playa.
28Los hizo caer en medio del campamento,
alrededor de sus moradas.
29Comieron hasta hartarse
y les satisfizo su avidez.
30Con la avidez apenas saciada,
con la comida aún en la boca,
31la ira de Dios hirvió contra ellos:
dio muerte a los más robustos
y doblegó la flor de Israel.  
32Y con todo, volvieron a pecar
y no se fiaron de sus milagros.
33Consumió sus días en un soplo,
sus años en un momento.
34Cuando los mataba, lo buscaban
y madrugaban para volverse a Dios;
35se acordaban de que Dios era su Roca,
el Dios Altísimo, su Redentor.
36Lo adulaban con la boca,
le mentían con la lengua;
37Su corazón no era constante con él
ni eran fieles a su alianza. 
 
38EI, en cambio, era compasivo:
perdonaba la culpa y no los destruía;
muchas veces reprimió la cólera
y no excitaba todo su furor,
39recordando que eran de carne,
un aliento fugaz que no torna.  
40¡Cómo se rebelaron en el desierto
enojando a Dios en la estepa!
41Volvían a tentar a Dios,
irritando al Santo de Israel,
42sin acordarse de aquella mano
que un día los libró de la opresión,
43cuando hizo señales en Egipto
y portentos en la campiña de Soán.
44Convirtió sus canales en sangre
y sus arroyos, para que no bebieran;
45les mandó tábano s que los picasen
y las ranas que los destruyesen;
46entregó a la langosta su cosecha,
a saltamontes el fruto de sus fatigas;
47mató con granizo sus viñedos
y con aguacero sus moreras;
48entregó al pedrisco sus ganados
a las centellas sus rebaños;
49lanzó contra ellos su ira ardiente,
su cólera, su furor, su indignación:
50despachando unos siniestros mensajeros,
dio libre curso a su ira;
no salvó su vida de la muerte,
entregó sus vidas a la peste.
51Hirió a los primogénitos en Egipto,
a las primicias de la virilidad
en las tiendas de Cam.  
52Sacó como un rebaño a su pueblo,
los guió como un hato por el desierto;
53los condujo seguros, sin alarmas,
mientras el mar cubría a sus enemigos.
54Los hizo entrar por la santa frontera,
al monte que su diestra había adquirido*.
55Les quitó de delante los pueblos,
les asignó por suerte su heredad,
instaló en sus tiendas a las tribus de Israel.  
56pero ellos tentaron al Dios Altísimo,
se rebelaron y no guardaron sus preceptos;
57desertaron, lo traicionaron como sus padres,
fallaron como un arco engañoso:
58lo irritaban con sus altozanos,
con sus ídolos le daban celos.  
59Lo oyó Dios y se indignó
y rechazó gravemente a Israel.
60Arrancó la morada de Siló,
la tienda que había instalado entre los hombres.
61Abandonó sus valientes al cautiverio,
su orgullo a la mano enemiga;
62entregó su pueblo a la espada,
indignado con su heredad.
63A los jóvenes los devoraba el fuego,
para las doncellas no había requiebros;
64sus sacerdotes caían a espada
y las viudas no los lloraban.
65Se despertó como de un sueño el Señor,
como soldado aturdido por el vino,
66hirió al enemigo por la espalda
infligiéndole una derrota definitiva.
67Rechazó la tienda de José 
y no eligió a la tribu de Efraín;
68eligió a la tribu de Judá
y el monte Sión, su preferido.
69Se construyó un santuario como el cielo,
como la tierra que cimentó para siempre.
70Eligió a David, su siervo
sacándolo de los apriscos del rebaño;
71de andar tras las ovejas lo llevó
a pastorear a Jacob, su pueblo,
a Israel, su heredad.
72Los pastoreaba con corazón íntegro,
los guiaba con mano experta.
 
 

78 Género y situación. Es una meditación histórica, pariente de los salmos 105 Y 106; por el comienzo podemos inscribirlo en una actividad sapiencial, como el 49, con el que comparte los términos "parábola y enigma" (cfr. Eclo 39,2s). Como termina con la elección de David o dinastía y Sión o templo, viene la idea de situarlo en aquella época. Creo más bien que el salmo es una definición polémica a favor del reino meridional y su capital, frente al rechazo del reino septentrional (9.67): el final del salmo parece decirnos que con David comienza una nueva era. El salmo encajaría muy bien después de la caída de Samaría y su reino.

Composición. Una meditación puede degenerar en divagación. El autor tiene que seleccionar y organizar sus materiales. Seleccionar es también dejar, y a veces es significativo lo que falta. No se menciona el Sinaí, con la alianza y el becerro de oro; tampoco la rebelión de Nm 13-14. Los materiales están organizados en bloques, cada uno articulado en una antítesis de pueblo y Dios, con una reflexión central. Introducción: memoria y tradición (1-7). Ellos olvidaron (8-11), Él: maravillas del éxodo (12-16); ellos tentaron (17-20), Él: cólera. Intermedio (32-39); Ellos olvidaron (40-43), Él: maravillas en Egipto (44-55); ellos tentaron (56-58), Él: cólera y
elección (59-67.68-72). Las acciones de Dios se reparten de modo complementario en las series simétricas. El esquema muestra las relaciones, no reproduce el dinamismo.

Tiempo y espacio. La memoria almacena y recuerda, genera tradición. Lo peculiar del salmo es la reversión del tiempo: en la tierra - en el desierto - en Egipto. Además usa una especie de preterición: acusa de olvido para traer a la memoria, "no se acordaron de NNN". El final instaura la memoria válida del comienzo. Acota tres espacios: tierra - desierto - Egipto - tierra, y desemboca en un punto central: Sión contrapuesto a Siló (60). El v. 61 menciona un "destierro": creo que se
refiere a la deportación de israelitas ejecutada por los asirios.

Memoria y comprensión. Se puede denominar el salmo memorial para des memoriados. Se dice de los hombres (7.11. 35. 39. 42) Y de Dios (39). Pero no basta la memoria psicológica. Los personajes del v. 20 se apoyan en la memoria reciente para desafiar a Dios. El autor exige un recuerdo que penetra en el sentido y saca las consecuencias para la conducta.

Distingamos dos planos de comprensión: la atribuida o negada a los personajes del poema y la que obtiene y formula el autor. El verbo "conocer" y varios complementos, como "maravillas" (4.11.12.32), signos y prodigios (43) superan el conocimiento empírico. El poeta introduce su comprensión recubriendo y a la vez iluminando la incomprensión de sus personajes.

Pecado. Se diría que el salmo recuenta los pecados del pueblo más que las proezas de Dios. Además de acciones específicas, nos ofrece un buen repertorio de términos: rebelión (8.17.40.56), no observar ni seguir (10), pecar (17.32), no fiarse, desconfiar (8. 22.32.37), tentar, poner a prueba (18. 41.56), seducir y engañar (36), traicionar (57), irritar (40), exacerbar (41), exasperar y dar celos (58), hablar contra (19). El pecado dominante es no fiarse de Dios después de todo lo
que han experimentado. O sea, la relación personal con Dios es más importante que la observancia de normas y preceptos. El salmo exhorta al elegido, David, a confiar en Dios.

Selección y disposición no son todo. Lo decisivo es el punto de vista del autor. Nos orientan sus dos títulos: enigma y parábola (cfr. Sal 49).

Enigma o "enigmas"; nosotros diríamos paradojas. Después de tantos prodigios, ¿no es paradójica la desconfianza? Y después de tantos beneficios, ¿no es paradójica la rebelión? Que al terminar el largo camino hacia una patria se instaure la idolatría ¿no es inexplicable? No vale como respuesta el olvido, porque ésa es paradoja mayor. En el desierto, donde la vida cuelga de Dios, lo desafían; en la tierra, donde la subsistencia está asegurada, provocan sus celos: ¿no es enigmático ese pueblo?

Pues Dios no lo es menos. Reacciona con cólera, y concede la petición; asiste a la rebelión, y sigue ocupándose de ellos y guiándolos; ve su idolatría en la tierra, e inaugura una nueva era. El enigma conjugado de las relaciones de ese Dios con su pueblo se resuelve en tres versos centrales del poema: 38-39; véase Sal 103,14. La caducidad del hombre conjugada con la misericordia de Dios explican esta historia: no como un teorema, sino como constante paradoja.

Parábola. A lo largo del salmo, explícita o implícita, se desarrolla la imagen del rebaño y el pastor, sobre todo en el aspecto de guiar. Al final, el guía no abandona su rebaño, sino que lo encomienda a otro pastor, como "pueblo y heredad" suyos. Queda otra parábola probable. En los versos 60-64 se habla de la destrucción del santuario de Siló, con la consiguiente derrota y matanza. ¿Se restringe a los hechos narrados en 1 Sm 4-5? Creo más bien que son parábola de la caída del reino
septentrional, el año 622. En ese momento la salvación se concentró en Judá con su dinas-
tía y templo.

78,1-2 También son términos sapienciales la "instrucción" (Prov 3,1; 4,2; 7,2) y"palabras de mi boca" (Prov 4,5; 5,7; 7,24; 8,8). El público es restringido, no como en el sal 49.
78,3-8 Están bajo el signo de la tradición, concentrada ejemplarmente en cuatro generaciones: nuestros padres, nosotros, nuestros hijos, sus sucesores. Varias repeticiones subrayan la continuidad. El contenido de la tradición son loas, maravillas y proezas de Dios. La finalidad es engendrar "confianza" en Dios y observancia de sus "mandatos". Varias repeticiones subrayan la continuidad.

78,9-11 Es frecuente designar con el nombre de Efraín a las tribus septentrionales. Estos versos se enlazan con la introducción por varias repeticiones verbales, con lo cual Efraín entra en escena como representante de la actitud condenada antes: son ellos por antonomasia la generación olvidadiza que no guarda la ley ni la alianza. "Arco, volverse y no guardaron" resonarán más tarde (56s).
78,13-16 Nos encontramos al comienzo de la historia en Egipto. Las plagas están condensadas en un sustantivo colectivo. Enseguida pasan el Mar Rojo y se adentran
por el desierto. Domina el elemento agua: mar, agua, raudales, arroyos, agua. El Mar Rojo se alza en un dique, la peña se abre en manantial. El Señor domina los elementos y los maneja con generosidad (Sab 19,18-22). Nube y fuego sirven de mediadores para guiar continuamente a su pueblo, día y noche.


78,17-20 Sin respetar el orden de Ex y Nm, el paso de la bebida a la comida se realiza en un acto de rebelión y desafío. Está en juego el alcance del poder de Dios. "Poner la mesa" es frase escogida que se lee en Sal 23,5; Prov 9,2; Is 21 ,5; 65,11 ."Pan y carne" en una relación de paralelismo, diversa de Nm 11, más cerca del menú de Elías: 1 Re 17,7.
78,21-31 Este episodio hay que leerlo en marcado en una inclusión de cólera divina. Es la respuesta al desafío: -A que no puedes. -Va verás si puedo, y verás las consecuencias. El dominio de Dios se ejerce en el reino de los meteoros, el cielo, las nubes y los vientos. Normalmente Dios envía desde el cielo la lluvia, que fertiliza la tierra, que produce comida para el hombre (Dt 11,11 s; Sal 65,10; 85,13; Is 55,10). Ahora se salta las etapas y hace llover directamente la comida confeccionada. Los vientos, servidores de Dios (Sal 104,4), incluso el temido levantino, se hacen portadores de carne sabrosa y abundante. La "polvareda" del v. 27 puede hacer pensar en el terrible simún, esta vez benéfico. Pero, en el pecado la penitencia: la avidez convierte el beneficio en maleficio. Los más "robustos" o gordos; la "flor" son los mozos.

78,32-39 En este intermedio reflexivo se enuncia la gran paradoja: el contraste de la conducta humana y la divina. En el hombre, el pueblo escogido y educado, la desconfianza (32) y la deslealtad (37), en Dios la compasión y la comprensión. El hombre voluble (37) y caduco: "soplo, carne, aliento fugaz" (33.39), Dios, Roca firme que perdona y rescata (35.38).
La sección está organizada por una serie de repeticiones que señalan la persistencia o el contraste. Se repite y se niega el verbo ''fiarse'' (32.37); el pecado cometido y perdonado (32.38); la "vuelta" es la conversión efímera del pueblo y el deponer Dios la cólera (34.38); el "recuerdo" inconsistente del pueblo y activo de Dios (35.39). El intermedio tiende además tentáculos de enlace verbal o temático con el resto del poema.

78,34 La prisa por madrugar no es limpia: véase Os 5,15-6,6.
78,35 Son los dos títulos que clausuran el salmo 19.36. Con expresiones enérgicas denuncia el intento humano de engañar a Dios.

78,38 "Compasivo" es título clásico del Señor: Dt 4,31; Is 49,10. Para "perdonar" usa el verbo cúltico kipper. ''Todo su furor": compárese con Ez, que presenta a Dios agotando su furor: Ez 7,8; 20,8.21.
78,39 Para esta definición del hombre véanse EcI 3,19-21; Gn 6,3.

78,40-42 De nuevo nos encontramos en el desierto. Estos versos sobre el pecado de olvido sirven para introducir un recuerdo de lo que ellos olvidaban: el bloque de las plagas.
78,43-55 La evocación de las plagas no se atiene a la lista oficial del Éxodo: quizá porque tiene delante otra tradición. Lo más llamativo es la omisión de las tinieblas (la plaga preferida de Sab). El autor se deja llevar de la ley del paralelismo, agrupando o desdoblando, dando más importancia al vaivén rítmico que a una lista tradicional: tábanos y ranas, langosta y saltamontes, granizo y aguacero, granizo y centellas (o peste y epidemia); al principio sangre y al final matanza de primogénitos. En total siete. Efectos de un cortejo de cuatro pasiones divinas personificadas como "mensajeros fatídicos" o ejecutores siniestros: Ira, Cólera, Furor, Indignación. El esquema enumerativo se rompe en dos momentos. Primero, el retraso de la muerte de los primogénitos, que llega después de una recapitulación en el  v. 50. Segundo, el camino del desierto, que se adelanta en el v. 52 al paso del Mar Rojo en el v. 53. Cuánta cólera divina, primero contra su pueblo (21.31), después contra los egipcios (49-50). ¿Por qué contra ellos no la cohíbe? ¿No son también los egipcios aliento fugaz en una carne? El autor piensa que el castigo es justo y condición para liberar de la opresión a las víctimas inocentes.

78,44 Ex 7,14-24. Lo siniestro es que tanto el agua como la sangre son principios portadores de vida.
78,45 Ex 7,25-8,15. Animales al parecer inofensivos y despreciables ejecutan una invasión en masa incontenible.

78,46 Ex 10,1-20; JI 1.
78,47 Muy importante en la versión de Ex 9,13-35.

78,48 Muchos corrigen por metátesis la segunda mención de granizo en peste; y por paralelismo, lo complementan con epidemias o fiebres, según Dt 32,24; Hab 3,5.
78,49 Un destacamento en vez del exterminador de Ex 12,13.23.

78,51 "Primicias de su virilidad", como en Gn 49,3; Dt 21,17; Sal 105,36. Designar a Egipto con el nombre de Cam es típico de este salmo y de Sal 105,23.27; 106,22.
78,52 Es frecuente en el salterio designar al pueblo como rebaño del Señor; en este salmo la metáfora tiene una función particular.

78,53 "Cubrió", como en Ex 15,5.10.
78,54 "Santa" por ser propiedad del Señor. "Monte" abarca todo el país de Canaán, lugar opuesto a la tierra baja de Egipto: Ex 15,17. * O: fundada.

78,55 La liberación concluye con el asentamiento del pueblo en Canaán. El pueblo ya no es un Jacob indiferenciado, sino "las tribus de Israel", que en adelante van a compartir la responsabilidad.
78,56-58 El nuevo pecado, en la tierra, es la idolatría en forma de culto a Baal y Asera en los altozanos. Nos hace pensar en la reforma de Josías: 2 Re 23. El Dios celoso no puede tolerar dioses rivales: Dt 32,16.21. El "arco", usado en sentido propio en el v. 9, reaparece aquí como imagen. Es instrumento personal de caza o guerra: el pueblo es "arco" del Señor: Zac 9,13. Debe mantenerse tirante, no aflojarse ni volverse atrás (2 Sm 1,22). Y no debe ser falso (Os 7,16): en vez de apuntar hacia su Dios o hacia donde su Dios quiere, apuntan hacia los ídolos.

78,59-64 El cuadro, a pesar de sus detalles tan humanos, es genérico. Cualquier asedio y derrota podía terminar en matanza y deportación, la ciudad podía ser incendiada (Jos 8,18-29; Jue 20,36-44). El autor parece evocar una catástrofe de gran envergadura: el santuario septentrional y primitivo de Siló, por su sacralidad, puede servir de referencia simbólica. Al no dar nombre al enemigo, cualquiera puede ocupar el puesto: me inclino a la invasión asiria del 622.
78,59 "Rechazó": lo usa 2 Re 17,20 para la destrucción de Samaría; pero es verbo genérico.

78,60 "Arrancar': lo usa con frecuencia Jeremías y también 2 Re 14,15 anunciando la caída del reino septentrional.
78,61 El ejército es fuerza y orgullo del soberano.

78,63 El "fuego" es aquí metafórico. "Requiebros": las versiones griega y latina han confundido el verbo y han traducido "lamentar, hacer luto".
78,65-66. El salto es repentino, inesperado. Cuanto ha sucedido no ha sido en rigor acción de Dios, sino más bien inacción. Como si estuviera dormido o borracho, ha dejado hacer, y el enemigo se ha aprovechado.

¿Hasta qué punto? El poeta pone un límite, y no tiene reparo en usar una metáfora audaz para describir la reacción del Señor. En la hipótesis antes propuesta, se referiría a la derrota de Senaquerib. Liquidado el reino septentrional, el emperador asirio se apresta a liquidar el reino meridional (Is 10,11). Dios se levanta de repente y pone en fuga a los asediantes: Is 37,36s.
78,67-72 En los últimos versos desemboca el proceso histórico, no como consecuencia del obrar humano, sino por el sistema de rechazo y elección de Dios respecto a las tribus. José y Efraín designan el reino septentrional, a Judá podría acompañar Benjamín en paralelo. Es claro que el autor ha querido concentrarse en Judá. Ahí se detiene el rechazo: no se extiende a un monte rival de Sión (cfr. Sal 68,17) -podría ser Siló-, ni a un jefe rival de David. Elige Sión como lugar del santuario y sede de su presencia; elige a David como jefe de una dinastía. "Preferido": véase Sal 87,3.

78,69 El santuario tendrá una estabilidad cósmica: cimentado como la tierra, elevado como las alturas.
78,701 Sm 16; 2 Sm 7; Sal 89.

78,71 Reaparecen en paralelismo Jacob e Israel, que ahora concentran la continuidad y pueden prolongar el nombre tradicional.
78,72 El pastor da nuevo alcance a su oficio por dos razones: porque ahora el rebaño es un pueblo, y pastorear es gobernar, y porque ahora es delegado del supremo pastor, que es el Señor. Pero David, además de ser una persona, es una dinastía: su nombre y su figura pueden funcionar como "parábola", figura del futuro pastor.

Trasposición cristiana.
La clave está en la visión de Jesús como nuevo David y nuevo pastor. El verso 2 lo cita Mt 13,35 para justificar el uso que hace Jesús de parábolas. El despertar de Dios lo aplican algunos Padres a la resurrección de Jesucristo.

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