domingo, 18 de marzo de 2012

SALMO 77 (76)

2Mi voz hacia Dios, gritando,
mi voz hacia Dios, que me escuche.
3En mi angustia te busco, Dueño mío,
de noche rebulle mi mano sin descanso,
rehúsa calmarse el jadeo.
4Acordándome de Dios, gimo,
meditando me siento desfallecer.
5Mantienes desvelados mis ojos,
la agitación no me deja hablar.
6Calculo los días de antaño,
los años remotos recuerdo.
7De noche repito mi canción,
la medito por dentro, mi espíritu indaga:
8¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y no volverá a favorecemos?
9¿Se ha agotado su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
10¿Se ha olvidado Dios de su bondad
o la cólera le cierra las entrañas?
11Y me digo ¡pobre de mí!
ha cambiado la diestra del Altísimo.
12Recuerdo las proezas del Señor, 
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
I3medito todas tus obras,
considero tus hazañas.  

14Dios mío, tu camino es santo,
¿qué Dios es grande como nuestro Dios?
15Tú eres el Dios que obras maravillas
y mostraste a los pueblos tu poder.
l6Con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.  

l7Te vio el mar, oh Dios,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.
18Las nubes descargaban su agua,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.
19Rodaba el estruendo de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra temblaba y retemblaba.
20Tu camino por el mar,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas,
21mientras guiabas a tu pueblo como un rebaño
por la mano de Moisés y de Aarón.
 
 

77 Nos ofrece dos partes tan perfectamente definidas como difíciles de ensamblar. La primera (2-11) es una súplica de singular intensidad, y acaba casi en desesperación; la segunda (13-21) es un himno o visión triunfal, del que no se sacan consecuencias. ¿Tienen algo en común las dos partes? -Sí, la memoria (4.7.10.12). Sólo que lo común subraya su mayor diferencia. En la primera, es una memoria nostálgica, que agrava la tragedia presente; en la segunda, la memoria, en virtud de la palabra poética, presenta y actualiza un hecho histórico fundacional.

El cambio repentino de actitud y tonalidad puede desconcertar; tanto que no ha faltado quien propusiera dividirlo en dos salmos autónomos. Pero resulta que la tensión es factor constitutivo del sentido y, por lo tanto, clave de explicación. La situación es una grave desgracia nacional, por la cual se emparenta con los salmos 74 y 102 Y también con Lam. La segunda parte tiene puntos de contacto con Ex 15 y más aún con Is 63,7-14 (léase). Vamos a imaginarnos, sin pretensiones de historicidad, la situación del destierro babilónico: un poeta comparte con los suyos la desgracia, la medita, hasta que un día, en una iluminación repentina, el éxodo
pretérito se le transfigura y comienza a contemplar un éxodo nuevo. Podría concentrar su experiencia en el salmo 77; prefirió desarrollarla en Is 40-55. Por medio de la imaginación he apelado a un "como si".

El salmo nos enseña que hay dos modos de recuerdo, aun opuestos. Uno es nostálgico, agrava por contraste la pena presente, deja un balance desolador (11), deja al orante turbado y desfallecido. El segundo es jubiloso: empieza como tarea y se convierte en contemplación fascinadora. Es importante notar que del fracaso del primero brota inesperado el segundo. Como si entre 11 y 12 una voz oracular anunciara que todavía es posible otro éxodo. También nos enseña el salmo la fuerza de la palabra poética: para expresar con vigor la vida interior, para conferir relieve y evidencia a lo que significa y evoca.

77,2-11 Primera parte. La súplica está centrada en la desgracia presente, la motivación se da en forma de pregunta retórica y se concentra en la coherencia histórica del Señor con su obra. Falta la expresión de la confianza y en consecuencia la promesa de acción de gracias. Después de una entrada enfática (2) sucede un grupo descriptivo (3-7), siguen tres preguntas con repetición anafórica de la interrogativa (8-10), concluye con un balance personalizado (11) Predomina la primera persona en verbos y posesivos.
77,2 El énfasis proviene de la posición de "voz" repetida. Por ahora un "grito", cuyo correlativo es "escuchar".

77,3 "Buscar" o consultar. "Rebulle": el verbo sugiere la fluidez de un líquido; no es postura de oración. "Respiración": el contexto pide el sentido corpóreo, que para un hebreo es sede de la vida.
77,4 Tras el "grito" y el "gemido", la meditación introduce algún elemento verbal. "Desfallece" mi aliento o mi "animo"; lo siento y lo observo.

77,5 En el texto hebreo irrumpe Dios, en segunda persona, actuando. Lo dice el orante con algo de reproche amistoso: yo te recuerdo y tú me desvelas, con los "ojos vigilantes". Después tematiza en palabras su incapacidad de hablar.
77,6 La actividad mental se hace más reflexiva: se vuelve a un pasado remoto como término de comparación. No es recuerdo personal, como en Sal 71, sino istórico, como en Sal 22.

77,7 Por el término usado, es una canción con acompañamiento. Podemos imaginar un canturreo nocturno, cuya letra incita a la "indagación"; y así prorrumpe en la serie apasionada de preguntas.
77,8-10. El enigma o desconcierto del presenta brota de la elección, no de la alianza; "rechazar" es el antónimo de elegir (en Sal y Lam). Los cuatro versos reúnen una constelación que describe tradicionalmente al Señor: favor, misericordia, compasión, entrañas. Lo cual explica la gravedad del problema: Dios se está negando a sí, o al menos ha cambiado totalmente. No se explica de otro modo la situación presente: cfr. Dt 28,63. "Promesa" o bien oráculo. El Dios "entrañable" "se cierra" en un mutismo "airado".

77,11 Tomo el primer verbo como exclamación: cfr. Is 24,15. La "diestra" de Dios es protagonista en textos emparentados: Sal 44,4; 89,14; 118,15.
77,12-13 La segunda parte es introducida con una cuaterna al gusto, no exclusivo, de Isaías 11. Como si continuaran "recuerdo y meditación" .

77,14-21 Tienen doce puntos de contacto con Ex 15: algunos por el tema común; pueden deberse a una fuente compartida. Ex 15 estiliza el paso como una batalla del Señor contra los egipcios; Sal 77 lo estiliza como teofanía de tormenta. Allí "se retuercen" los enemigos, aquí el mar, debelado el cual, el rebaño pasa pacíficamente; como en Is 63 o en Sab 19,7s.
77,14 El "camino" de Dios es su modo de actuar; ahora consistirá en "abrirse camino".

77,16 "Rescatar" es verbo favorito de Dt-Is; "con el brazo", sin tener que pagar: Is 52,3. Es anómala la mención de José: quizá aluda a la adopción de Efraín y Manasés
según Gn 48,5.
77,17 -20 En cuatro versos consigue el poeta condensar una descripción intensa, combinando rasgos visuales, sonoros y de movimiento. Ensancha el ritmo, personifica mar y tierra. Nos sentimos envueltos en el elemento acuático: mar, olas, corrientes, nubes. "Saetas" son rayos y relámpagos.

77,20 La frase final es magnífica. Ningún otro poeta bíblico ha hablado de las huellas de Dios.
77,21 El cual se vale de una mediación humana. También en la desgracia del orante se abre camino Dios, sin que se vean sus huellas.

Trasposición cristiana.

La traducción de la Vulgata de Ex 12,11.27 y el uso litúrgico consiguiente han contemplado nuestra pascua como "el Paso del Señor'. Hace falta abrirse con la contemplación hasta sentir "la fuerza de su resurrección" (Flp 3,10). También el cristiano tiene que meditar sobre "las huellas" del Señor: ¿las dejó Jesús mientras "entraba y salía entre nosotros" (Hch 1,21); las deja Dios en la historia y en el presente?

No hay comentarios:

Publicar un comentario