martes, 28 de febrero de 2012

SALMO 69 (68)

2 ¡Sálvame, Dios,
que me llega el agua al cuello!
3Me hundo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;

me he adentrado en aguas hondas
y me arrastra la corriente.
4Estoy fatigado de gritar,

tengo ronca la garganta,
se me nublan los ojos
de tanto aguardar a Dios.
5Son más que los pelos de la cabeza
los que me odian sin razón,

son más fuertes que mis huesos
mis enemigos mendaces.
Lo que no he robado
¿lo tengo que devolver?

6Dios mío, tú conoces mi ignorancia,
no se te ocultan mis culpas.
7Que por mi causa no queden defraudados
los que esperan en ti, Señor de los Ejércitos;
que por mi causa no se avergüencen

los que te buscan, Dios de Israel.
8Pues por ti aguanté injurias,
la vergüenza cubrió mi rostro.
9Un extraño soy para mis hermanos,

un extranjero para los hijos de mi madre
10porque me devora el celo por tu templo

y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí,
11Cuando me aflijo con ayunos,

se burlan de mí;
12cuando me visto de sayal,
se ríen de mí;
I3sentados a la puerta cuchichean,
mientras beben vino me sacan coplas.


14Pero yo, mi súplica va a ti,
Señor, en el momento propicio.
Por tu gran lealtad respóndeme, Dios,
con tu fidelidad salvadora.

15 Arráncame del cieno, que no me hunda,
líbrame de los que me aborrecen

y de las aguas sin fondo.
16Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí.
17Respóndeme, Señor, con tu lealtad insigne,

por tu gran compasión vuélvete hacia mí;
18no escondas el rostro a tu siervo,

que estoy en peligro: resp6ndeme pronto.
19Acércate a mí, rescátame,

líbrame de mis enemigos.
20Tú conoces mi afrenta,
mi vergüenza y deshonra,
a tu vista están los que me acosan.
21La afrenta me destroza el corazón

y desfallezco.
Espero compasión y no la hay,
consoladores, y no los encuentro.

22Me echaron veneno en la comida
y en mi sed me dieron vinagre.


23Que su mesa se vuelva una trampa
y sus banquetes un lazo.
24Que se apaguen sus ojos y no vean,
haz que su espalda flaquee.
25Descarga sobre ellos tu furor,

que los alcance el incendio de tu ira.
26Que sus tierras se vuelvan un desierto
y que nadie habite sus tiendas.
27Porque persiguen al que tú heriste

y cuentan las llagas del que tú has lacerado.
28Impútales delito a delito,

que no gocen de tu indulto.
29Sean borrados del registro de los vivos,
no sean inscritos con los honrados.

30Pero a mí, pobre y malherido,
tu salvaci6n, Dios, me encumbrará.
31Alabaré el nombre de Dios con cantos:
te engrandeceré con acci6n de gracias:
32le agradará a Dios más que un toro,

que un novillo con cuernos y pezuña partida.
33Miradlo, los humildes, y alegraos,

los que buscáis a Dios, cobrad ánimo.
34Que el Señor escucha a los pobres

y no desprecia a sus cautivos.
35Alábenlo el cielo y la tierra,

los mares y cuanto bulle en ellos.
36Que Dios salvará a Sión

y reconstruirá los poblados de Judá:
la habitarán y la poseerán,

37la estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella.


69 Cumple con todas las reglas de la súplica individual: lo define tplh , implora con los imperativos clásicos; ofrece como motivaciones la desgracia propia, la bondad de Dios, la crueldad del enemigo, el escándalo de los buenos; promete la alabanza propia y ajena y expresa su confianza en el futuro. Es fácil recordar en el salmo la figura de Jeremías por la coincidencia de situaciones, por parentesco de estilo y lenguaje. Pero los dos versos finales y algunas semejanzas con Lam 3, nos hacen pensar en un desterrado en Babilonia. Tanto Jeremías como el desterrado son recursos de lectura; el salmo desborda las situaciones particulares. Descuella por el sentimiento lírico, el acierto descriptivo, la transformación imaginativa.
El yo del poema siente intensamente y logra comunicarlo eficazmente: se cansa de aguardar, se indigna, toma a Dios por testigo, lo devora el celo, se le rompe el corazón, estalla en una invectiva, pide compasión como una limosna, siente el desvío de los suyos, el escándalo de los buenos, se siente apretado, dolorido, ultrajado… 

El sentimiento no estorba la descripción: la garganta "le quema", un número es "como los pelos de la cabeza", nos hace ver a los bebedores sacando coplas satíricas; pide ojos nublados y espaldas vacilantes; ve el torillo del sacrificio con cuernos que apuntan y pezuña dividida. El poema tiene una vertiente realista.
Toma el agua para una especie de macrometáfora: "las aguas entran ... yo entro en las aguas". El hombre fuera de su elemento, que es la tierra firme, se siente en un
elemento hostil que lo atrapa y devora. Excelente es la descripción del v. 16. Al final, la hora de la alabanza, convoca al mar, ya sometido, y a las criaturas que en el agua tienen su elemento (35).


La composición del salmo no es patente.

Fijándome en pronombres, invocaciones y otros factores subordinados, divido el texto así: 2-5.6-13 / 14-19.20-22 / 23-29 / 30-35 / 36-37. Es un modo algo artificial de ayudar a la lectura.

69,2-5 Después del grito inicial y clásico, aparece el orante aprisionado entre dos frentes, que equivale a uno: el agua, imagen de los enemigos. Hay que imaginarse la escena, ayudados quizá y en parte de Jr 38,6. Un par de términos del v. 3 se aplican a los egipcios en el Mar Rojo. La "corriente" la traducen algunos por remolino.

69,4 "Fatigado": como Baruc en Jr 45,3. Los "ojos nublados" muestran que el "aguardar" tiene algo de visual.

69,5a La multitud de los enemigos es tópica en el género. La comparación recuerda Sal 40,13. "Que los huesos": corrigiendo levemente el texto (haplografía).

69,5b Es un rasgo concreto, que puede ser proverbial y recuerda a Jr 15,20, también a Sal 35,11. Si se toma en sentido propio, significa que los enemigos, con amaños, fuerzan al inocente a pagar deudas no contraídas: véase Lv 5,23.6.

69,6 Frente a la "falsedad" del enemigo, el orante invoca a Dios como testigo de su conciencia ... confesando su culpa. O sea: de lo que me acusan soy inocente, que mis culpas verdaderas las conoce Dios. Jeremías toma a Dios por testigo de su inocencia: Jr 15,15; 17,16.

69,7 La suerte del orante va a repercutir en la comunidad de los fieles. El abandono del orante no será un hecho aislado, sino que provocará una ola de desilusión, de escándalo.

69,8 Cuanto sufre es por causa de Dios; por tanto, Dios está comprometido y no puede desentenderse: Jr 15,15.

69,9 Una consecuencia es el desvío de los parientes, tema que suena con intensidad personal en Jr 12,6 y Job 19,13-15.

69,10 Celo del hombre por la causa de Dios se encuentra en pocos casos: Fineés (Nm 25,11.13); Jehú (2 Re 10,16). Por el templo, es caso único y da pie a diversas
conjeturas. Que el orante es un sacerdote, que es un desterrado, que es uno que, a la vuelta del destierro, trabaja en la reconstrucción del templo; cfr. Jr 7.

69,11-13 Desarrollan por descripción el verso precedente. El amor del templo lo lleva a prácticas de luto por la casa de Dios: ¿destruida? Recuérdese que Ezequiel habla del templo casi en términos conyugales (Ez 24). Llevar luto por el templo lo consideran ridículo otras personas, que se burlan pública y ostentosamente, inventando y cantando copias satíricas; como las que lanzaban a Ezequiel (Ez 13). A los bebedores burlones que remedan deformándolas sus palabras se refiere Is 28. No creo que "sentados a la puerta" designe aquí a magistrados.

69,14-22 Forman el bloque dominado por la petición, con temas y lenguaje más convencionales, salvo algunos detalles.

69,14 Sirve de enlace y de contraste, por el enfático pronombre. El primer hemistiquio es llamativo por el estilo nominal sin verbos, como un grito a medio articular. Una traducción literal sonaría así: "pero yo, mi súplica a ti, Señor, ocasión favorable". En el segundo hemistiquio la última combinación es original.

69,15 Retorna la imagen del agua, con un lenguaje que recuerda a Jr 38,6s.9-11.13.

69,16 Es una terna descriptiva magistral. El primer miembro repite 3b, en el segundo resalta el verbo "tragar" y el tercero consuma el hecho. Una vez que el remolino ha abierto sus fauces para tragar al náufrago, las cierra sin piedad sobre la presa. Compárese con Lam 3,53-55.

69,18 Véanse Sal 102,3; 143,7.

69,19 "Rescátame": verbo frecuente en Isaías Segundo.

69,20 Suena como resumen de los versos10-13.
69,21 En Jr 23,9 leemos "se me rompe el corazón". El mismo verbo del salmo para "consolar" lo usa Jr 15,5; 16,5 Y Job 2,11.

69,22 Si no es hipérbole, se trata de intento de envenenar. Jeremías habla de agua envenenada en 8,14; 9,14; 23,15; menciona el veneno Lam 3,5.19.

69,23-29 La imprecación contra el enemigo es violenta: compárese con Jr 18,21 s. El planteamiento es judicial. La víctima inocente no se toma la venganza por su mano, sino que apela al juez competente. El alegato contiene la acusación o denuncia del delito (22.27), invoca la justicia vindicativa (23s.26), equivale a sentencia condenatori (25), se adelanta a pedir que no se conceda indulto (28b), pide la ejecución (29).

69,23 Para entender la imagen hay que recordar que la "mesa" era una piel curtida o paño fuerte tendido en el suelo, alrededor del cual los comensales se sientan o recuestan. De repente el mantel cede, porque esconde una trampa que atrapa por la mano o el pie al confiado comensal.

69,26 ''Tierra'': el vocablo escogido es raro en el AT: Gn 25,16; Nm 31,10; Ez 25,4; 1 Cr 6,39. Quedarse sin habitantes equivale a extinguirse la familia, a quedar vacío el hogar: Jr 2,15; 9,10 etc.

69,27 El delito concreto es ensañarse con el caído. Si la culpa de un hombre justifica el castigo de Dios, no justifica la persecución del prójimo, pues sería meterse en la jurisdicción divina.

69,27 El hebreo dice "cuentan": Dios lo hirió y ellos hacen recuento complacido de las heridas. Con leve corrección otros leen "añaden" heridas a las de Dios.

69,28 "Imputar": en vez del verbo natan, aquí usado, emplean paqad Jr 25,12; 36,31. El segundo hemistiquio es a la letra "que no entren en tu justicia": o sea, en el derecho que la parte inocente o la autoridad suprema tienen de perdonar un delito, eliminando la culpabilidad. Como se "incurre" en reato, así se "incurre" en el indulto.

69,29 Sobre ese "registro", Ex 32,32s; Is 4,3; Dn 12,1.

69,30 Con un enfático "pero yo" cambia la dirección y se introduce la acción de gracias o alabanza futura. "Encumbrar" en lugar alto, seguro y defendido.

69,32 La pezuña partida es marca de validez (cfr. Lv 11), los cuernos que apuntan son atributo de fuerza. Apreciar el canto más que el sacrificio es convicción del Cronista.

69,33-34 Conjura el peligro enunciado en 6s. Dios no desprecia al afligido, al pobre, al prisionero.

69,35 Se suma la alabanza cósmica de cielo y tierra, las dos mitades del universo creado. El poeta añade el mar, con la mirada prendida por el prodigioso bullir de vida que descubre o adivina; como al final del salmo 8.

69,36-37 Se pueden tomar como adición o apéndice o conclusión. Si pertenecen al salmo, nos llevan a la situación del destierro. Si son adición, coinciden con el final del salmo 51. En cualquier caso, por las relaciones temáticas, estos versos añadidos están hábilmente integrados en el poema.

Trasposición cristiana.

Empecemos por las citas. El v. 5 en Jn 15,25; 10a en Jn 2,17;10b en Rom 15,3; 13 por alusión en Mt 27,27-30; 22 nueva alusión en Mt 27,34; Mc 15,23; 23-24 en Rom 11,9; 26 en Hch 1,20; 29 el registro de los vivos en Flp 4,3; Ap 3,5; 13,8. Con estos datos pueden los Santos Padres aplicar el salmo a la pasión de Cristo.

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